lunes, 26 de noviembre de 2012

Ana Esteban Fradejas.

"La Fuente: el miedo a la pobreza"

Esta parte era sencilla. Mis padres creyeron y vivieron por el valor ético de “trabajo duro y no juego” una creencia que instalaron en mi desde que era muy joven. Mi padre, lleno de miedo y dolor por la pobreza de infancia que experimentó de niño durante la Gran Depresión, puso el trabajo antes que el juego para poder comer y sobrevivir. Como adulto pudo salir de esa situación exitosamente concentrándose en el trabajo como prioridad. Le dio mucho orgullo y autoestima ser capaz de dar a mis hermanos y a mi lo que de niño nunca tuvo.

Como la mayoría de la gente de su generación y la sociedad en general, mis padres derivaron su sentimiento de auto valía a través de sus logros. No es lo que tú eres pero lo que haces y lo que tienes lo que determina tu valía. Consecuentemente la diversión y el juego eran lujos como una caja de deliciosos chocolates que sólo están permitidos en ocasiones porque uno no obtiene valor de ellos. Y cuando trataban de divertirse, generalmente era relacionado con el trabajo.

Cuando miré de manera realista mi infancia, me di cuenta de que nunca aprendí lo que era divertido o cómo jugar porque mis padres no sabían. Y por los tiempos difíciles que habían experimentado de niños, el miedo a la pobreza estaba todavía ahí, se vivía con mucho trabajo duro y muy poco juego. Entonces, a pesar de que tuve muchas comodidades en mi infancia, crecí con el mismo miedo de pobreza. Como mis padres, actúe ese miedo construyendo mi vida alrededor del trabajo. Y también como mis padres, adquirí mi propia valía a través de mis logros. Pero a diferencia de ellos, motivada por mis guías, he tratado de que divertirme sea parte de mi vida. Desafortunadamente, no he tenido éxito. Inconscientemente sustituí la satisfacción, el sentimiento de lograr algo, con diversión. Después de todo, es divertido lograr algo ¿o no? Y si eso no fuera suficiente, he necesitado, inconscientemente, asegurarme que todo el tiempo de “diversión” de alguna manera fuera productivo. He sido una maestra de combinar la diversión con el trabajo. Por ejemplo, en vez de tomar un viaje sólo para ver amigos y divertirme, tendría que también dar algún taller. Yo simplemente no me puedo permitir el lujo de divertirme sólo por ese simple hecho. Siempre tendría que estar manejando los horarios y justificarlos por actividades relacionadas con el trabajo.

Cuando las aficiones y otros proyectos se convierten en metas obsesivas este asunto es casi tan vergonzoso como para escribir de él. Había cambiado mis aficiones en trabajo porque no sabía como divertirme realmente. Se supone que las aficiones deben ser relajadas y de disfrute pero para mi no lo eran. Por ejemplo, me encanta tejer y la jardinería pero como estas aficiones traen con ellas el logro de un reto, las veo inconscientemente como trabajo. Esto significaba que cada proyecto se volvía un reto que tendría que ser completado dentro de un marco de tiempo determinado. Para alcanzar esa meta, tendría que tejer por horas hasta que mis manos estuvieran duras y mi cuello y hombros me dolieran. En el jardín, trabajaría hasta que mi espalda casi se quedara espasmada de la tensión y mis rodillas estuvieran rojas e hinchadas. Y a través de todo eso, pensaba que me estaba divirtiendo porque estaba, ¡alcanzando algo! pero al siguiente día tenia una sensación de tristeza profunda, casi depresión y no sabía por qué.

Hablar con un buen amigo acerca de esto me ayudo a descubrir como traje esta misma necesidad obsesiva por el logro a proyectos relacionados con trabajo. Tengo un patrón recurrente de empezar nuevos proyectos y después consumirme. Esto sucede porque estoy tan emocional, mental y físicamente concentrada en el resultado que me desgasto total y completamente. Hago esto porque, motivada por la necesidad de lograr algo y derivar valor y un sentido de auto valía a través del proyecto, no pongo límites en el monto de tiempo y energía que invierto. Como lo hago con mis aficiones, me vuelvo obsesiva con la necesidad de alcanzar la meta, cualquiera que ésta sea. Pero, el resultado final es siempre el mismo. Después de un rato pierdo mi pasión, la fuerza motivadora atrás del proyecto. Una vez que esto se ha ido, ya no me siento emocionada y creativa. En el momento que el final está cerca, consumida creativamente, me voy hacia un estado de desesperanza y frustración. ¿No era dónde había terminado recientemente?

Ahora todo tiene sentido. A través de mi búsqueda descubrí el miedo a la pobreza que estaba en la raíz de mi problema con la diversión. Descubrí la creencia y patrón de “trabajo duro y no juego” que usé para prevenir que el miedo se manifestara en mi vida. Porque la auto valía viene de logros, no juegos, confundí la satisfacción con diversión. Pero para tener diversión, tenía que ser relacionado con el trabajo. Aprendí que para mi, la diversión era una indulgencia que no se experimentaba por si misma, entonces para divertirme tenía que combinarlo con trabajo. Y en relación a mi misión, me atreví a no jugar por miedo a que me hubiera perdido una asignación de escritura importante (un proyecto). Sí, yo era una trabajadora de la luz, impulsada por mi misión, trabajo, orientada a metas y que no se estaba divirtiendo. Entonces mis guías estaban en lo correcto… otra vez. Con creencias y comportamientos como ese no había duda que me había metido en un predicamento.

Ahora que entiendo como a través de la combinación de creencias y acciones, creé este bloqueo de escritura, podía moverme al paso siguiente, Pero no solamente quería limpiar el bloqueo, quería asegurarme que no pasara otra vez para que pudiera tener diversión real y poder completar mi misión exitosamente.

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